Imagina un desafío tan imponente que el solo hecho de pensarlo te llena de emoción y temor a partes iguales. Eso fue para mí el KOM Challenge del Cerro de la Muerte, el ascenso más alto del mundo desde el nivel del mar, con un desnivel acumulado de 3778 metros en 93 kilómetros. Este viaje no fue solo un recorrido por las empinadas laderas de una montaña; fue un viaje al interior de mi ser, donde cada pedalada era un paso más hacia el descubrimiento de mi verdadera fortaleza.
El enfrentarme a este reto me enseñó que la verdadera batalla se libra en la mente. La disciplina y la pasión por el ciclismo han moldeado mi vida, creando hábitos que son la base de cada logro. Entender esto es crucial, no solo en el deporte, sino en cada aspecto de nuestras vidas. Las metas claras y específicas son la brújula que guía nuestro camino en la oscuridad.
Hubo momentos en este desafío en los que mi cuerpo gritaba por clemencia, donde cada fibra de mi ser quería rendirse. Pero entonces, algo dentro de mí se encendía: una chispa de resiliencia que me empujaba a seguir adelante. Fue en esos momentos de duda donde realmente entendí el poder de la fuerza interior, esa voluntad indomable de superar cada obstáculo, sin importar su magnitud.
Hoy quiero compartir esto con ustedes no solo como un deportista que ha conquistado el Cerro de la Muerte, sino como alguien que ha vivido la verdad de que los límites solo existen en nuestra mente. Este evento ha sido el más desafiante que he enfrentado, pero al superarlo, he encontrado una nueva medida de mi capacidad, una nueva definición de lo que significa ser fuerte.
Comparto esta experiencia con ustedes no para alardear de mi logro, sino para inspirarlos a perseguir sus propias cumbres. Todos tenemos nuestro propio "Cerro de la Muerte", esa montaña que parece insuperable. Pero les aseguro, con pasión, disciplina y una mente fuerte, no hay cima que no puedan alcanzar.
Estoy inmensamente orgulloso de lo que he logrado, pero más que eso, estoy emocionado por el camino que aún tengo por delante. Que mi viaje les recuerde que la grandeza está dentro de cada uno de nosotros, esperando ser liberada. No importa lo empinado que sea el camino, recuerden: la cima está al alcance de aquellos que se atreven a escalarla.
Con amor,
Alex Arroyo